Acrilico sobre lienzo
30x30cm
Este obra forma parte de un tríptico que explora diferentes matices de la mujer que me conmueven:
Vigo:
Viajé a Vigo y me encontré con un concierto en una plaza. De inmediato, noté que el público estaba compuesto, en su inmensa mayoría, por personas mayores.
La banda pasó completamente desapercibida para mí; mi atención se la robaron los rostros de todos iluminados por la música y el recuerdo, embelesados y rebosantes de una vida que parecía recién estrenada.
Al finalizar, cada uno se fue a su casa: ellos se marcharon con la íntima euforia típica de un post-concierto, y yo me fui atesorando la silenciosa y profunda belleza de haber sido testigo de ese instante compartido.
Conferencia:
Me encanta sentir la piel erizada cada vez que me encuentro inmersa en una multitud de mujeres. Es difícil de describir, pero encuentro belleza a cualquier lado que miro. Siento la energía de la hermandad, del apoyo, de la alegría y de la comunidad. Después pienso que debe ser una de las sensaciones más antiguas del mundo.
El Barrio: Desde la ventana de mi estudio se ve un banco del parque. Ese banco suele ser usado por una pequeña y reflexiva multitud. Mujeres mayores del barrio se reúnen allí para conversar y disfrutar del buen clima. A veces vienen con sus cuidadoras; otras veces, algunos hombres mayores les saludan y se unen.
No puedo evitar pensar en sus historias y en sus vidas, en todo lo que habrán pasado para llegar hasta ese banco en una tarde soleada de cualquier día de la semana. Y también me descubro imaginando dónde pasaré yo mis propias tardes soleadas de cualquier día de la semana cuando tenga su edad. Espero, como ellas, estar rodeada de otras mujeres, compartiendo risas y recuerdos bajo esa misma luz suave.
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